Esta especie está compuesta de al menos diez subespecies distintas, las cuales están repartidas casi por todo el mundo.
En general, en la naturaleza son muy pocas las especies de animales a los que se le denomina por su nombre científico propiamente tal. Uno de esos contados casos es el de la Mantis religiosa, insecto mantodeo pertenciente a la familia Mantidae.
Originariamente, el Mantis estaba sólo en Europa Occidental y en Eurasia, pero con posterioridad se expandió hacia América y África, y en la actualidad se estima que existen al menos diez subespecies distintas de Mantis religiosa. El nombre de este animal es debido a la forma recogida de sus patas delanteras, las cuales le dan una curiosa apariencia como de estar rezando.
El Mantis es un artrópodo carnívoro, pues se come a una gran cantidad de otros insectos más pequeños. Su tamaño promedio fluctúa entre los seis a siete centímetros de largo, siendo la hembra más grande que el macho. Es el único animal conocido que posee un sólo oído, el cual curiosamente lo tiene instalado en su tórax.
Otra de las características más inquietantes del Mantis es que es un insecto caníbal con los ejemplares de su misma especie. Cuando dos machos se enfrentan por una hembra, ambos chocan en un duelo que es a muerte. Pero la parte más cruel es después de esta confrontación letal, el sobreviviente que logra aparearse con la hembra, en muchas oportunidades es devorado por ésta durante y con posterioridad al acto sexual. Es común que la hembra la saque la cabeza al macho mientras ambos se aparean, siguiendo éste cierto rato en dicha actividad gracias a un insólito impulso reflejo.
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