martes, 23 de junio de 2020

Paradise Lost: La banda más innovadora del Metal Británico

Esta agrupación formada en la localidad de Halifax es considerada la principal precursora del Doom. Desde su debut hasta la fecha, ha sabido reinventarse ya en diversas oportunidades. 

Si hay un grupo que a lo largo de su historia siempre ha sabido reinventarse una y otra vez, pero manteniendo como constante un alto nivel musical, es Paradise Lost. El quinteto rockero formado en 1988 en la localidad de Halifax (Inglaterra), desde sus inicios ha sabido mantenerse a la vanguardia de las tendencias musicales.
Paradise Lost: los inicios de la banda.

Habitualmente se considera a Paradise Lost como los precursores del Doom Metal, honor que comparten con los también ingleses Anathema y My Dying Bride. Por haberse formado un par de años antes que los otros dos conjuntos, suele decirse de Paradise Lost que ellos son los verdaderos "padres del Metal Gótico". 

"Lost Paradise" fue el potente y rutilante disco que dio por inaugurada la carrera musical de Paradise Lost, en el año 1990. Las guitarras crudas y la voz extremadamente desgarradora y siniestra de este trabajo significaron el debut oficial del Doom Metal como un subgénero dentro del Rock, siendo este disco su piedra angular.

Estas atmósferas lentas y pesadas le permiten a la banda de Halifax ser considerados con total plenitud como los creadores del Doom. Sin embargo, dicho estilo quedaría aún más consolidado en 1991, cuando sale al comercio el segundo disco de los británicos: "Gothic". Como su nombre lo dice, esta trabajo recoge todo lo oscuro y violento del "Lost Paradise", pero le imprime un poco más de notoriedad a los solos instrumentales del virtuoso guitarrista Greg Mackintosh. El fruto obtenido fue notable.

Si Paradise Lost es una banda de culto, no es sólo por haber dado el puntapié inicial a lo que fue el Doom Metal, sino que también por todo lo que vino después. El quinteto inglés ya había dejado una impronta imborrable con sus dos primeros discos, pero sin dudas a esa altura apuntaba mucho más alto, e iba por más. Fue así como en los años siguientes se vino un verdadero vendaval de potencia con sus tres discos más emblemáticos, los cuales lo lanzaron al estrellato mundial: "Shades of God" (1992), "Icon" (1993) y "Draconian Times" (1995). Ese tridente trajo consigo los verdaderos tiempos draconianos para Paradise Lost, donde lo que se perdió en atmósferas oscuras se ganó con creces en velocidad y pulcritud instrumental: el resultado fue aplastante, y literalmente le hizo volar la cabeza a muchos que por esos años comenzaban a escuchar la música metalera. A esas alturas la influencia de lo hecho por Metallica era innegable, y el resultado de esa amalgama no podía resultar más descomunal y explosiva. Por esos años, Greg Mackintosh ya se había catapultado como un verdadero "guitar hero" y su sello era brutal e inconfundible.

Hablar del vocalista Nick Holmes es referirse a un verdadero camaleón en lo que a registro vocal se refiere. En los primeros discos de la banda su voz sonaba cruenta y gutural, pero después comenzó a adquirir un sello característico, mucho más trabajado pero siempre con esos tonos raspados que le dieron identidad a esta agrupación. Sin embargo, la experimentación musical prosiguió su rumbo, y el conjunto musical volvió a mutar. En el año 1997 aparece el disco que le daría un nuevo giro a la estampa de la banda: "One Second". Las pesadas guitarras Doom desaparecieron casi por completo, siendo reemplazadas por teclados, sintetizadores y sonidos bastante más melódicos, así como los rugidos con que Nick Holmes en abrumaba en sus los primeros registros habían dado paso a un cantar cada vez más limpio y entonado, pero sin perder su toque habitual de agresividad: obvio, pues Paradise Lost seguía siendo Paradise Lost.
Paradise Lost en el año 2016.

"One Second" mantuvo la esencia rockera, pero ya no podía considerársele como un disco de un grupo de Heavy Metal. Tenía muchos toques de Depeche Mode e incluso de Radiohead, y a su vez influenciaba bastante a lo que por esos días venían haciendo The Gathering, Moonspell e incluso los mismos Anathema, que habían optado por el mismo rumbo. Este cambio de dirección queda aún más en evidencia con los dos álbumes siguientes: "Host" (1999) y "Believe in Nothing" (2001). Ambos discos fueron muy bien recibidos por la crítica especializada, pero no por los fans más antiguos de la banda. Sólo un año más tarde aparece "Symbol of life", con el cual el grupo británico pretende reencantar un poco a su fanaticada más incondicional. En el 2005 se lanza el disco homónimo "Paradise Lost", el cual parece ser la continuación de lo realizado en "Symbol of life" (2002).

Ya después de tres etapas claramente definidas, viene un período de transición, el cual llega con el impecable "In Requiem" (2007). Este álbum recoge lo que se venía haciendo en los últimos dos trabajos previos, y lo combina con esa potencia y energía de mediados de los 90s que parecía haberse perdido. El resultado es tremendo, pues "In Requiem" parece traer de vuelta la mística de los célebres "Draconian Times" y "Shades of God", pero adaptados a los nuevos tiempos. Así vuelven a aparecer esas guitarras potentes, pero mezcladas con uno que otro acorde electrónico y sintetizadores, que le brindan una estampa única e irrepetible.

En pleno siglo XXI -y cuando las bandas cada vez más se inclinan por lo comercial- Paradise Lost opta por el camino contrario, o sea elegir la ruta difícil pero que a la vez lo posiciona aún más como una banda de culto. Ya habiéndose reinventado varias veces, Paradise Lost parece estacionarse en el sonido que le es más cómodo: la fusión del Doom con el Hard Rock. La atmósfera pop pasa a formar parte del pasado, y en vez de ella surge el el lúgubre Gothic Metal en todo su esplendor. Fue así como se sucedieron los siguientes discos de la banda, todos con una calidad intacta y con un altísimo nivel creativo: "Faith Divides Us - Death Unites Us" (2009) y "Tragic Idol" (2012). Este cambio de timón quedó aún más consolidado con los guturales "The Plague Within" (2015) y "Medusa" (2017), el cual fue un guiño evidente a los dos primeros lanzamientos de la agrupación. Ese retorno a los orígenes también puede verse parcialmente con el reciente estreno de "Obsidian" (2020). Todos ellos, mas que recomendables para cualquier fanático del Heavy Metal.

Un total de dieciséis álbumes componen la potente discografía de Paradise Lost, una banda acostumbrada a variar pero siempre dentro de los exigentes parámetros de calidad que se le piden a una leyenda del rock pesado. Todo parece indicar que el sello de este quinteto siempre ha sido hacer la música que quiere hacer, más allá de lo que se escuche o deje de escucharse en ese momento. Otra característica del grupo es la estabilidad en sus formaciones, pues desde 1988 cuatro de sus miembros se han mantenido siempre: el vocalista Nick Holmes, los guitarristas Greg Mackintosh y Aaron Aedy, y el bajista Steve Edmonson, solamente cambiando en varias oportunidades a su baterista (el cual en estos momentos es el sueco Adrian Erlandsson). Larga vida al Rock y a Paradise Lost, una banda que ha sabido reinventarse.

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