Qué duda cabe que Diego Armando Maradona ha sido uno de los futbolistas más extraordinarios de todos los tiempos. El talentoso e histórico conductor de La Albiceleste alcanzó a disputar cuatro copas mundiales, todas ellas con un sabor distinto, pero siempre dejándolo todo en la cancha, pues ese era su sello principal. En España 82 aparecía como el gran crack del balompié sudamericano, sin embargo su equipo quedó rápidamente eliminado en segunda fase. En México 86 fue genio y figura implacable. En Italia 90 llegó complicado por una lesión, pero igual se las ingenió para brillar en los momentos claves. En Estados Unidos 94 aparecía como un futbolista ya mucho más maduro, y en los dos partidos que alcanzó a disputar fue factor desequilibrante.
El "10" contra Grecia. |
El debut trasandino en dicho torneo fue el 21 de junio de 1994, y no pudo ser más prometedor: ese día se vio a una Argentina apabullante, que le pasó por encima a Grecia por un expresivo marcador de 4-0. Esa tarde, Maradona estuvo intratable, con una presentación casi perfecta, tanto en lo individual como en lo colectivo. La Albiceleste se impuso con una anotación del "10" y tres tantos del implacable goleador Gabriel Omar Batistuta. Presentación gravitante en el Foxborough Stadium de Boston, ante 54 mil espectadores.
Sin embargo, el siguiente partido no aparecía como un duelo sencillo. Al frente de La Albiceleste estaba la sorprendente Nigeria, elenco que contaba en sus filas con una camada de potentes y temibles atletas de mediocampo hacia arriba: el corpulento Rashidi Yekini, el veloz Daniel Amokachi y el impredecible Emmanuel Amunike. De hecho, fueron las Águilas Verdes quienes se pudieron tempranamente en ventaja con anotación del volante defensivo Samson Siasia a los 8 minutos. Pero Argentina no se dio por entregada, y en una tarde inspirada de Claudio Paul Caniggia, logró dar vuelta el partido, con dos goles del rubio y melenudo delantero (a los 22´y 29´).
Lamentablemente para las pretensiones de la selección argentina, ese sería el último partido de Diego Armando Maradona en ese Mundial. Una vez concluido el encuentro, el capitán trasandino fue sometido al test de dopping, y dos días más tarde se comunicaría a todos lo medios que se le había indagado la presencia de cinco sustancias prohibidas en su sangre. Ese fue el triste y opaco adiós mundialero de uno de los astros más grandes que se haya visto en un campo de fútbol.
Una vez confirmada la sanción contra Maradona, la selección trasandina quedó sin su emblema, sin su figura, y sin su capitán. Y pese a contar en el plantel con jugadores de gran nivel como Gabriel Omar Batistuta, Claudio Paul Caniggia, Diego Pablo Simenone y Fernando Carlos Redondo, la escuadra literalmente se derrumbó, tanto en lo anímico como en lo futbolístico. El tercer partido del grupo fue una debacle que terminó en derrota por 2-0 ante la Bulgaria de Hristo Stoichkov, y el duelo por octavos de final también fue un verdadero parto para Argentina: derrota por 3-2 ante una inspirada Rumania, que tuvo esa tarde a Ilie Dumitrescu y Gheorghe Hagi como sus figuras más desequilibrantes. Más de 90 mil personas en el imponente Rose Bowl de Pasadena vieron esa tarde a La Albiceleste caer de rodillas e impotente frente al juego frontal de los rumanos.
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