Este intimidante titán fue el fundador de la dinastía de los colosos de escarcha.
Los mitos y leyendas de los pueblos nórdicos están plagados de figuras increíbles, muchas de las cuales parecen ser sacadas de impresionantes y épicas novelas de ciencia ficción. Uno de los más llamativos es el descomunal Ymir, un gigante de hielo que fue uno de los seres más poderosos del panteón de dichas culturas de la zona septentrional de Europa.
Dentro de la mitología vikinga, Ymir no sólo es considerado un coloso de dimensiones bestiales, sino que además es una de las principales figuras que explica buena parte de la Cosmología nórdica. Cuando este titán muere en combate, a partir de su cuerpo se crea el Midgard (que es el mundo de los seres humanos), con su carne se hizo la tierra, con su sangre los mares y lagos, con sus huesos las montañas, y con sus dientes y huesos las piedras. Dicho de otra forma, a partir de su cadáver se erigió el mundo que actualmente conocemos.
¿Pero quién fue lo suficientemente poderoso como para dar muerte a semejante titán que parecía ser invencible? En efecto, a alguien tan brutal sólo podía abatirlo un equipo conformado por tres dioses: los hermanos Odín, Vili y Ve, quienes a su vez eran descendientes directos de él, pues eran hijos de Bor (nieto de Ymir).
El final de Ymir fue tan trágico como el de los gigantes de escarcha, pues al caer muerto, su sangre ahogó a los otros titantes de hielo, sobreviviendo sólo dos de ellos: Bergelmir y una hembra, la cual sería su esposa. A partir de ellos, surgiría una nueva raza de colosos congelados... pero ya no tendrían al poderoso Ymir para que los liderara.
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