El movimiento "Amarillos por Chile" pretende ser un aporte a la política nacional, pero antes que cualquier cosa tendría que hacer un profundo mea culpa.
Durante esta semana, una de las noticias políticas más llamativas fue el anuncio por parte del intelectual Cristián Warnken (identificado con la centroizquierda), quien dio a conocer la formación del movimiento "Amarillos por Chile.". El nombre de este grupo político no es casual, ya que "amarillos" conlleva un evidente dejo peyorativo hacia quienes no son ni de izquierda ni de derecha, y que se para muchos pueden parecer como "cobardes y timoratos".Desde mi visión personal, aplaudo la actitud del señor Warnken, quien siendo un hombre de izquierda ha decidido apartarse de esa ultraizquierda cavernaria y octubrista (la que defiende el terrorismo del nefasto 18-O). Sinceramente creo que la política chilena necesita con urgencia una tercera vía, que no sea ni la derecha ni la ultraizquierda, y que además tenga en la moderación y la capacidad de diálogo sus virtudes principales.
Sin embargo, no todo es positivo respecto a este movimiento político. Las cosas hay que decirlas por su nombre: si bien el impacto mediático de "Amarillos por Chile" ha sido fuerte, en las urnas se sabe que este sector ideológico congrega un apoyo muy escaso, ya que el grueso de la izquierda chilena se identifica muchísimo más con la ultraizquierda pro terrorismo que con la centroizquierda moderada.
Y además, hay que agregar otro tema no menor: si "Amarillos por Chile" quieren realmente ser un aporte, es vital que empiecen por hacer un mea culpa, porque a lo largo de las últimas décadas sus integrantes han sido más bien parte del problema que de la solución. La centroizquierda moderada lleva 40 años culpando de todo sólo a Augusto Pinochet, y omitiendo cualquier clase de crítica hacia la ultraizquierda que promueve el terrorismo como herramienta válida de presión política. Además también es la propia centroizquierda moderada la que no ha dicho nada durante estos últimos 30 años en que la ultraizquierda se ha dedicado a adoctrinar con su ideología al menos a tres generaciones de jóvenes en colegios y universidades de todo el país. Y como tercer punto, la centroizquierda moderada tampoco dijo nada mientras la ultraizquierda terrorista quemaba y destruía el país durante el Estallido Antisocial del 2019 y 2020. Como dije en este mismo párrafo: mientras los "amarillos" no reconozcan sus errores (por cobardía u omisión), seguirán siendo más bien parte del problema que de la solución, de cara a la situación estremecedora que vive Chile en este momento. Estos son tiempos de definiciones, y ninguna definición es válida mientras no vaya de la mano con su respectiva autocrítica.
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