domingo, 2 de febrero de 2020

Los elefantes también pueden sufrir por amor

Su excelente memoria, que les permite recordar lugares u otros animales que vieron hace años, es lo que hace que relacionen y sientan emociones mucho más complejas.

Para nadie es un misterio que los elefantes son uno de los mamíferos más inteligentes existentes en la naturaleza. Pero lo que sí ha sido un misterio por mucho tiempo son todos los secretos que esconde su cerebro. Y recientes investigaciones han vislumbrado algo en verdad increíble: un elefante no sólo es capaz de sentir amor, sino que incluso es capaz de llegar a sufrir por penas afectivas, que en algunos casos puede hasta causarles la muerte.

Los elefantes tienen sentimientos.
El enorme cerebro del elefante es una de las estructuras más privilegiadas del reino animal. Bien conocida es su capacidad de almacenar todo gracias a una excelente memoria, con la cual recuerda situaciones vividas en el pasado. Y es probablemente esta facultad la que le permite confrontar todas esas emociones almacenadas, para así desencadenar en sensaciones aún más complejas, las cuales alguna vez se pensó que eran exclusivas del humano.

Al ser llevado a la práctica, no cuesta darse cuenta de que estos animales en verdad sí parecen tener sentimientos. Según cuentan diversas publicaciones, el lazo entre la madre elefante y su cría es uno de los más fuertes de la naturaleza, lo cual hace que la progenitora algunas veces permanezca en la manada de sus retoños durante toda la vida, para así estar siempre cerca de ellos.
Pero sin dudas, lo más sorprendente es la forma en cómo un elefante enfrenta la muerte. Cuando muere un pariente cercano, el elefante permanece horas o incluso días junto al cadáver, acariciando con su trompa la cabeza el cuerpo inerte y caminando en círculos alrededor de él.

Para los elefantes, la muerte es algo muy serio y los afecta demasiado. A tal punto que cuando uno de la manada muere, es habitual que el resto al pasar por el lugar en donde yace el cuerpo, se detengan probablemente para recordarlo. Quienes han estado muy en contacto con estos enormes paquidermos aseguran que ellos en verdad tienen sentimientos, y que cada vez que pueden tienden a demostrarlos.

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