El ex ministro de Desarrollo Social es la carta más competitiva de la centroderecha, y el exclusivo postulante que puede disputarle la Presidencia a Gabriel Boric y a Yasna Provoste.
Nuestro país atraviesa momentos difíciles, y eso es algo que ni siquiera el más optimista puede negar. Ya en plena carrera presidencial, y con la polarización ideológica totalmente desatada, el panorama por fin comienza a aclararse después de la elección primaria del pasado 18 de julio. Contra el pronóstico de muchos analistas, Daniel Jadue y Joaquín Lavín fueron derrotados en las urnas, y en su lugar aparecieron figuras mucho más jóvenes, pero también con menos experiencia política: el neomarxista Gabriel Boric y el independiente Sebastián Sichel.
Gabriel Boric sin lugar a dudas que es una amenaza latente, no sólo para sus eventuales contrincantes sino que también para el país entero. El representante del Frente Amplio llegará a la primera vuelta presidencial con un récord a sus espaldas que es mucho más que una simple anécdota: nunca en su vida ha perdido una elección. Todas las veces que ha postulado a un cargo (ya sea a diputado, como dirigente estudiantil, o en las pasadas primarias de la ultraizquierda) siempre ha ganado, y con la constante de hacerlo por un amplio margen. Dicho en términos futbolísticos, "está invicto".
Sin embargo, el peligro no sólo se ve representado en Boric: también en Yasna Provoste, la actual presidenta del Senado que cuenta con varios plus que la hacen ser una candidata privilegiada. De partida, es mujer. Segundo, es de ascendencia indígena. Tercero, es de izquierda. Y en último lugar, es oriunda de provincia, por lo que representa a la gente de las regiones. Todos esos aspectos son herramientas demasiado bien cotizadas para quienes se dedican al "arte" de la ingeniería electoral.
Ante estos dos adversarios tan potentes, a la derecha no le queda más que apelar al voto práctico. Y los motivos son varios: efectivamente las últimas elecciones demostraron que estamos en evidente desventaja numérica, además del hecho que nos veremos obligados a presentar un candidato con un nivel de rechazo relativamente bajo, y por último está el factor de que la derecha jamás va a tener un presidente realmente de derecha mientras la izquierda siga con su macabro adoctrinamiento ideológico en todas las aulas de los colegios y universidades de nuestro país.Sumando y restando, tal vez la opción más competitiva que teníamos en ese momento era Sebastián Sichel: un político converso, que viene del mundo de la centroizquierda, pero que ahora se ha estacionado donde más cómodo se siente, es decir en el centro liberal. Si bien todos los políticos chilenos generan mucho rechazo, creo que Sichel produce menos animadversión que casi cualquier otro postulante a llegar a La Moneda.
Las ventajas que posee Sichel son varias: es un candidato competitivo, o al menos el más competitivo que tenemos quienes no comulgamos con la izquierda o la ultraizquierda. Además tiene el factor que él buscará el apoyo de las personas y votantes inmigrantes, y también los de las minorías sexuales, quitándole así dos de las falsas banderas que tanto enarbolan los cínicos izquierdistas. Y por último, un antecedente netamente político: sus propuestas puede que no sean perfectas (ni mucho menos), pero al menos son realistas considerando el Chile en el cual vivimos, que es un país donde los socialistas y comunistas jamás dejarían gobernar a un presidente de derecha tradicional, y esto es válido para sus estrategias derrocadoras tanto legales como ilegales.
Sí, debo decirlo: yo soy pinochetista, y me choca el antipinochetismo de Sichel. Sin embargo, por otro lado, también tengo que ser sincero, y decir que mientras exista el Comunismo, siempre que sea necesario apelaré al "mal menor" para derrotarlo. Y no lo haré una o dos veces, sino que hasta quinientas mil veces si así fuese necesario. Chile debe de estar por delante de cualquier capricho ideológico, aún cuando eso signifique tener que poner en segundo plano mis propias convicciones, porque en este caso mi primera convicción siempre será una sola: hacer todo lo posible para tratar de evitar que el candidato comunista sea electo presidente. Y acá hay que ser claro: Boric es un comunista acomplejado, pero comunista al fin y al cabo... y Provoste no sé si será comunista, pero es la persona más izquierdista de la Democracia Cristiana, siendo aún más extrema que la propia aspirante del Partido Socialista (Paula Narváez).
Termino relatando otra definición de principios que creo válida mencionar: si acá hubiera otro postulante que realmente fuera pinochetista como yo lo soy, y que se jactara de serlo, votaría por él todas las veces que se presentase al cargo de Presidente de la República. Pero como no lo hay (porque ningún candidato en estas elecciones es pinochetista), prefiero votar por el que al menos en teoría debería tener las opciones matemáticas de disputarle voto a voto al abanderado comunista. Y el candidato que reúne esas cualidades prácticas -que no son las ideales pero por lo menos sí es una carta pujante- no es otro que el ex ministro Sebastián Sichel Ramírez.
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