Dato duro pero cierto: Desde nuestro sector ideológico le hemos dado ya más de treinta años de ventaja a la izquierda, en lo que respecta a difusión de nuestras ideas.
¿Algunas veces se han preguntado por qué últimamente la ideología de ultraizquierda ha avanzado tanto dentro de las personas jóvenes? Eso tiene una respuesta bastante obvia: porque ellos han hecho un trabajo de joyería en lo referente al adoctrinamiento político. En ese sentido nos llevan ya más de tres décadas de ventaja, ya que la izquierda usa los colegios y universidades como una plataforma para infundir sus ideas (bastante nefastas por lo demás) entre los niños y los adolescentes, y nadie dice nada.
En ese sentido, no hay otra opinión al respecto: hasta ahora, en la derecha vamos perdiendo por paliza en esta batalla cultural. Pero al menos ahora noto cierta consciencia en que esa batalla hay que darla, y eso ya es un avance. Y como no tenemos ni los colegios ni las universidades a nuestro favor, para empezar a brindar esa disputa tenemos que hacerlo ahora mismo, y en ese sentido es de vital importancia el uso de las redes sociales.
Una vez aclarado este punto, voy a comentar otro aspecto muy importante: la lucha o batalla cultural debe darse en dos vertientes, y no sólo en una como dicen algunos opinólogos de la política chilena. La primera vertiente de este duelo épico que tenemos que brindar es la de saber defender bien nuestras ideas, y en ese punto sí tienen razón esos opinólogos de derecha a los que me refiero. Pero el segundo punto o vertiente es tanto o más importante: consiste en quitarle a la izquierda todas esas banderas de lucha que ella tanto enarbola y que no tienen por qué ser una lucha exclusiva de la izquierda y de la ultraizquierda.
Me llama mucho la atención que muchos opinólogos de derecha sólo le presten atención a la primera vertiente de la batalla cultural, es decir a las de defender las ideas propias de la derecha, como lo son el orden público, el crecimiento económico, el Patriotismo, establecer bien la diferencia entre lo que es la pobreza y la inequidad, y promover todo lo bueno que heredamos del Gobierno Militar. Sin embargo, esos mismos opinólogos tienen totalmente botada la segunda vertiente de la batalla cultural, e incluso podría decirse que a través de sus plataformas hacen todo lo posible para perder por paliza ese duelo. Mal ahí, porque a la izquierda hay que enfrentarla en todas las canchas posibles, y no sólo en las que nos conviene a nosotros.
Dicho de otro modo, en la derecha no tenemos por qué dejar que sólo sea la izquierda la que enarbole las banderas de la Ecología, de la lucha contra el racismo, o de la lucha contra la xenofobia. De hecho, ninguna de esas tres es ni debe ser una bandera exclusiva de la izquierda, y en la derecha tenemos que enfocarnos con todo en demostrarlo. Recién cuando le hayamos quitado esas banderas de lucha a la izquierda, habremos dado un paso importante para nivelar la cancha en lo que se refiere a esta guerra cultural (en la cual hasta ahora vamos perdiendo por mucho).
Para lograr todo esto, debemos partir de la base en admitir la existencia de estas dos vertientes de la batalla cultural, porque sólo a partir de ese diagnóstico correcto podremos empezar a planificar una estrategia correcta que nos permita remontar esa ventaja de treinta años que nosotros mismos le regalamos a los ideólogos de izquierda y ultraizquierda. Ya tenemos la respuesta, ahora sólo nos resta ponerla en práctica.
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