Mostrando entradas con la etiqueta Debate Constitucional. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Debate Constitucional. Mostrar todas las entradas

domingo, 15 de mayo de 2022

Chile en tiempos de definiciones: ¿por qué se ha polarizado tanto la política en nuestro país?

 Hoy por hoy, tanto la ultraizquierda como la ultraderecha se han fortalecido. Y por contrapartida, los partidos de centro cada vez suman menos adeptos. Todo eso tiene una explicación bastante lógica. 

Nadie puede negar que desde ese nefasto 18 de octubre del 2019, la política chilena cambió... pero cambió para mal. Antes de ese hecho puede que Chile no haya sido ni un paraíso ni un país perfecto, pero al menos no había tanto odio ni polarización ideológica como ahora. Hay que decirlo: la apología que la izquierda hizo del terrorismo durante el Estallido Antisocial, fracturó tal vez para siempre a la sociedad chilena, y también la sana convivencia entre compatriotas.  

Terrorismo en Chile.
Conforme pasa el tiempo, es fácil percatarse que la política en Chile cada día se polariza más. Y ante eso, también es evidente de que los conglomerados y partidos "centristas" han ido perdiendo todo su piso, en relación al auge de las ideologías extremas (ultraizquierda y derecha conservadora). Este fenómeno es evidente, y las causas que lo explican también son bastante lógicas. 

¿Por qué en el Chile actual cada vez menos gente cree en las ideologías de centro? Obvio: porque pese a que muchas veces sus diagnósticos políticos o sociológicos son los correctos, las propuestas que ellos presentan son vagas y difusas, e incluso a veces intangibles y amorfas. Generalmente, frente a determinado problema de índole nacional, la propuesta de los partidos y políticos de centro sólo se remite a dialogar. Si bien el diálogo sobre nuestra coyuntura es vital, una "solución" no puede tener al diálogo como propuesta única y exclusiva. Se necesita mucho más que el mero ejercicio de intercambiar opiniones, porque en los problemas actuales muchas veces sólo hay blanco y negro, debido a la naturaleza misma de las problemáticas por las que se atraviesa. Temas como el terrorismo o la nueva Constitución no admiten posturas intermedias.  

A modo de ejemplo, cito el caso del Terrorismo en La Araucanía. Este debe de ser el peor problema por el que atraviesa nuestro país, y ante el cual tanto la ultraizquierda como la derecha dura, la derecha conservadora y la ultraderecha sí tienen sus propuestas, lo que no sucede con los partidos ni los políticos "centristas". Las agrupaciones de derecha (desde la derecha conservadora hasta la ultraderecha) acá proponen utilizar todo el rigor de la ley contra los violentistas, y tratar a los terroristas tal como se trata a los terroristas en cualquier parte del mundo: con mano dura, y con militares que tengan plenas atribuciones para reducirlos a escombros. En cambio acá, la ultraizquierda radical también tiene su postura bien clara, la cual es muy diferente, pero también es tangible: ellos dicen que en la macrozona sur "no hay terrorismo", sino que es problema étnico que debe solucionarse a través de la expropiación de las tierras a los campesinos, para regalársela a ciertos grupos (algunos indígenas y otros no) que las reclaman para sí, por ser estas "tierras ancestrales"... ¿y qué proponen acá los políticos de centro? Nada, sólo dialogar. 

Otro caso típico es lo que ahora sucede con el plebiscito constitucional. La derecha dura desde un comienzo estuvo en contra del proceso, ya que lo considera ilegal y espurio por estar gestado sobre la base del terrorismo (terrorismo urbano durante el Estallido Antisocial). La derecha tradicional votó Rechazo, y siempre mantendrá esa postura. Con la ultraizquierda radical pasa algo parecido, pero al revés: ellos votarán Apruebo aún sabiendo que el borrador de la nueva Constitución es un mamarracho jurídico. Lo único que les importa es terminar con la actual Constitución, les da lo mismo por qué cosa la cambien. En cambio, los políticos y movimientos de centro siguen en medio de una nebulosa: no saben si votar Apruebo o Rechazo. Por lógica votarían Rechazo, pero evitan decirlo muy en voz alta, para que no se les asocie con la derecha dura. Sin embargo, muchos de ellos son un mar de interrogantes, igual que los pocos electores que aún creen en los políticos de centro.

Así está la cosa en el Chile actual: en tiempos de definiciones, la gente prefiere los sectores políticos que presentan definiciones, no las ideologías que se camuflan y que sólo se dejan ver bajo el aspecto de nebulosas amorfas...

domingo, 8 de mayo de 2022

Nueva Constitución: Una amenaza latente y real para nuestro país

 Mamarracho jurídico: Las impresionantes locuras que podría tener la nueva Constitución.

Sin exagerar, creo que en la Convención Constitucional se podrían estar sembrando las bases de una futura guerra civil en Chile. 

Desde que comenzó a funcionar la Convención Constituyente, todo en torno a ella ha sido un verdadero desastre. Primero resultó que tuvieron más de cuatro meses de vagancia, en que prácticamente no hacían nada y sólo se dedicaban a hacer homenajes a la Pachamama y a los terroristas que forzaron al Estallido Antisocial. Además durante ese tiempo hubo una serie de performances con una teatralidad inusitada y ridícula, donde incluso se vio a constituyentes disfrazados de Pikachu y de un dinosaurio azul. Sin embargo, todo eso quedaría en el anecdotario si se le compara con las atrocidades que vendrían después. 

Convención Constituyente.
La Convención Constituyente hasta ahora está edificando un verdadero mamarracho jurídico, un borrador constitucional realmente desastroso. Es así como aparecen temas como la Justicia Indígena, una medida hitleriana que podría favorecer a ciertas personas sólo en base a criterios raciales: "La Corte Suprema conocerá y resolverá de las impugnaciones deducidas en contra de las decisiones de la jurisdicción indígena, en sala especializada y asistida por una consejería técnica integrada por expertos en su cultura y derecho propio, en la forma que establezca la ley. Los sistemas de justicia indígenas solo conocerán conflictos entre miembros de un mismo pueblo originario. Los afectados siempre tendrán la opción de someter el asunto al Sistema Nacional de Justicia", relatan los artículos 24 y 24 bis. O sea, se deja abierta la puerta a tener una Justicia para unos y otra Justicia para otros, lo cual es justamente la antítesis y negación misma del concepto de Justicia (que debería de ser igual para todos). 

Pero tal vez la mayor atrocidad de todas es el artículo 21, donde se establece que "el Estado reconoce y garantiza conforme a la Constitución, el derecho de los pueblos y naciones indígenas a sus tierras, territorios y recursos. La propiedad de las tierras indígenas goza de especial protección. El Estado establecerá instrumentos jurídicos eficaces para su catastro, regularización, demarcación, titulación, reparación y restitución”. Con esta medida tan brutal, cualquier persona indígena podría reclamar para sí cualquier territorio que considere como "terreno ancestral". Y lo escalofriante de esto es que prácticamente todo Chile vendría a ser "territorio ancestral", por lo que a futuro nadie podría estar a salvo de una posible expropiación. A modo de ejemplo, un descendiente de picunches (pueblo autóctono que habitó entre el Bío Bío y el Aconcagua) podría llegar y decir que La Moneda, el mall Alto Las Condes o el Estadio Nacional le pertenece "por estar emplazado en un territorio ancestral". Y lo peor de todo es que con Constitución en mano y con un buen abogado, incluso hasta podría salirse con las suyas. Increíble pero cierto: a ese nivel de locuras demenciales estaremos expuestos si en septiembre no gana el Rechazo. 

Otra de las brutalidades que podría ir en el mamarracho jurídico que será la nueva Constitución es el artículo 4, el cual dice que "Chile es un Estado Plurinacional e Intercultural que reconoce la coexistencia de diversas naciones y pueblos en el marco de la unidad del Estado. Tienen derecho a la autonomía y al autogobierno, a su propia cultura, a la identidad y cosmovisión, al patrimonio y la lengua, al reconocimiento de sus tierras, territorios y la protección del territorio marítimo", establece la inaudita  propuesta.

A esa norma se le agrega que "es deber del Estado Plurinacional, respetar, garantizar y promover con participación de los pueblos y naciones indígenas, el ejercicio de la libre determinación y de los derechos colectivos e individuales de que son titulares". Estoy plenamente de acuerdo con eso de "Estado Intercultural", porque efectivamente Chile es un país multicultural, con chilenos autóctonos, chilenos descendientes de diversas nacionalidades, inmigrantes residentes e inmigrantes nacionalizados... ¿pero Estado Plurinacional? Eso sí que no. Un Estado Plurinacional le abre la puerta de par en par a los movimientos separatistas que quieren fracturar el país, arriesgando su identidad y sobre todo la soberanía territorial. Eso es fomentar a quienes quieren transformar al sur de Chile en el "Wallmapu", que a larga no sólo sea una nación aparte, sino que incluso un país independiente. Y lo mismo podría ocurrir en la Isla de Pascua. 

Tanto con los temas del Estado Plurinacional como con el de las futuras expropiaciones forzosas por temas étnicos y territoriales, creo que la demencial Convención Constituyente está cimentando las bases de una futura guerra civil. Y lo digo sin exagerar. O gana el Rechazo, o el futuro de nuestro país será realmente oscuro...

domingo, 13 de febrero de 2022

El Proceso Constituyente necesita de un "plan B"

 El Rechazo de Salida sí o sí tiene que ir de la mano de una solución alternativa, que al menos permita aminorar el daño causado.

Foto: Constituyentes payasos.
Hay que decirlo: hasta ahora la Convención Constituyente ha sido un desastre total, tanto en su forma como en su fondo. El show mismo ha sido un completo esperpento, con una teatralidad que supera los espectáculos más ridículos que alguna vez se hayan visto en la política a nivel mundial. La discusión misma de los temas de fondo ha sido aún peor, incluso con constituyentes que evocan a la Unión Soviética como modelo a seguir. Hasta ahora, poco o nada que rescatar de todo este impresentable show.

Una vez dicho esto, hay que poner la pelota en el piso: es muy probable que dicha Nueva Constitución, aunque resulte ser el peor de los mamarrachos, igual será aprobada por el electorado chileno. Esto debido a que al menos tres generaciones de jóvenes (que están adoctrinados desde que eran unos niños) se encuentran por completo idiotizados y embobados por el neomarxismo, y votarán siempre en contra de todo aquello que suene a "Pinochet" (aún sabiendo que la actual Constitución ya no es la de Augusto Pinochet, sino que de Ricardo Lagos). 

Si todo se mantiene igual que hasta ahora, la Convención Constituyente presentará un texto constitucional espantoso y demagógico, el cual de todas formas será aprobado por el electorado chileno. Sin embargo, creo que aún estamos a tiempo de aminorar el daño y de evitar la catástrofe: hay que hacer que el Rechazo de Salida sí o sí vaya de la mano de una salida alternativa que no signifique que la gente tenga que optar entre la actual Constitución (la de 1980 pero que lleva la firma de Ricardo Lagos) y la futura Nueva Constitución, que será el texto demencial que presentarán los 155 convencionales constituyentes en cuestión. 

Lo ideal es que el Congreso Nacional que entra en vigencia en el mes de marzo vote para hacer que ese mismo Congreso sea el que redacte el nuevo texto Constitucional alternativo, y que "compita" con el documento que presentarán los constituyentes (muchos de ellos verdaderos analfabetos e iletrados desde el punto de vista jurídico). Y el Rechazo de Salida tiene que ser la llave que abra la puerta para que sea el Congreso el que use su potestad de ser el órgano redactor alternativo.

A esta altura, hay que hacerse la idea que Chile sí o sí tendrá una Nueva Constitución... pero la idea es que al menos esa Nueva Constitución no sea un desastre. Desde ese brutal 18 de octubre del 2019, Chile es como un avión que se va estrellando, y ya no podemos evitar el impacto final: la única opción es al menos tratar de evitar que caiga de punta, no nos queda otra. Díganle "mal menor" o como quieran decirle, pero es a lo único que podemos aferrarnos en este momento.

sábado, 8 de enero de 2022

El suicidio de Chile

 Desde ese nefasto 18 de octubre del 2019 hemos presenciado la triste y dolorosa autoflagelación de nuestro querido país.

Casos de países que literalmente decidan "suicidarse" de un día para otro, en verdad son pocos. Si bien ejemplos como lo sucedido en Venezuela y en Siria son los más emblemáticos, lo ocurrido en Chile es especialmente complejo ya que nuestro país no venía mal, o al menos no tan mal, y ahora todo hace prever que la situación se pondrá "color de hormiga" en un futuro próximo. 

El martirio comenzó el 18 de octubre del 2019. Ese fue indiscutiblemente el punto de inflexión. Esa noche comenzó el brutal Estallido Terrorista que se extendería por seis meses, e incluso hasta hoy en día todos los viernes vuelve la violencia de los orcos en el sector de Plaza Baquedano. Sin embargo, el suicidio de Chile prosiguió y tendría impactos mucho peores. El terrorismo forzó a los políticos a hipotecar nuestra Constitución, que era justamente lo que sacaba a flote al país pese a la espantosa clase política que tenemos. Y todo eso de la mano del fruto de treinta años de adoctrinamiento de ultraizquierda en colegios y universidades al menos a tres generaciones distintas de jóvenes chilenos. 

Desde aquel terrorífico 18-O hemos visto como una seguidilla de horrores conformada por ese verdadero monstruo de cuatro cabezas ha azotado sin clemencia a nuestro país: primero el Estallido Terrorista, después el cambio de Constitución, más tarde la puesta en marcha de la desastrosa Convención Constituyente, y finalmente la elección del comunista Gabriel Boric como nuestro futuro presidente. Todos ellos, males que pudieron haberse evitado; todos ellos, males que forman parte importante del cruento y traumático suicidio de Chile. 

La verdad es que cuesta mucho ser optimista de cara al actual proceso político por el que atraviesa Chile. Con terroristas que amenazan con pautear a los políticos gracias a la violencia, con una Convención Constituyente que hace de la teatralidad y la improvisación su sello inconfundible, y con un Boric que de seguro será una marioneta del Partido Comunista, es imposible esperar buenos resultados.

Así es el triste e inquietante suicidio de Chile, el cual espero de todo corazón que no termine ni como Venezuela ni como Siria, los dos ejemplos más patentes de lo que puede pasar cuando un país -de un día para otro- decide matarse a sí mismo. 

sábado, 25 de diciembre de 2021

Más que una nueva Constitución, lo que se necesita es una nueva Convención Constituyente

 Lamentablemente, creo que la actual Constitución de Chile ya está muerta: la apuesta debe ser un nuevo órgano para redactar la Carta Magna.

Con el triunfo electoral de Gabriel Boric, todo el futuro político de Chile se complica de sobremanera. Hoy por hoy, nuestro país es como un avión que se está incendiando y se va estrellando. Ya no se puede evitar que caiga, pero todavía se puede impedir que caiga de punta. Eso que puede parecer una cruda metáfora, es una cruenta representación del complejo momento por el que atraviesa el Chile post Estallido Antisocial. 

Uno de los puntos más candentes dentro de la política chilena sigue siendo la nefasta Convención Constituyente, que de un tiempo a esta parte se ha transformado en una verdadera piedra en el zapato para nuestra nación. Es tal la ineptitud de los constituyentes (no todos, pero sí la gran mayoría) que en más de siete meses todavía ni siquiera han logrado redactar un solo párrafo de la nueva Carta Magna del país. 

Y lo peor de todo es que el electorado -sobre todo el electorado joven- está totalmente idiotizado y embobado con el Neomarxismo, así que es muy probable que de hacerse el Plebiscito de Salida, igual terminen aprobando el mamarracho. El "circo constituyente" definitivamente no ha estado a la altura, y de hecho llega a ser ya medio sospechosa tanta ineptitud: ¿no será acaso que todo esto es un show mediático, y la nueva Constitución ya la tienen escrita hace rato, gracias a la labor de ideólogos como Fernando Atria? De parte de la izquierda miserable, todo se puede esperar. 

Considerando que si se hace el Plebiscito de Salida, lo más probable es que se apruebe la Nueva Constitución, sólo quedan dos opciones posibles. La primera alternativa es bastante lógica: tratar de alargar el plazo para redactar la Nueva Constitución, apelando a que mientras más tiempo pase, más aburrida se irá poniendo la gente a causa del desgobierno de Gabriel Boric, lo que debería afectar también la imagen del proceso constituyente, al que comenzarán a ver como "un fraude". Y la otra opción (que va de la mano con la primera) es que los parlamentarios de derecha cambien las reglas del juego y hagan que el Plebiscito de Salida no signifique volver a la antigua Constitución (la de 1980, pero que ahora lleva la firma de Ricardo Lagos), sino que signifique justamente un nuevo proceso constituyente, pero mucho más serio y profesional que el actual.

Más que una Nueva Constitución, lo que Chile necesita es una nueva Convención Constituyente. La actual Convención Constituyente posee dos defectos gravísimos, los que le impedirán crear un texto coherente y razonable. Su primer vicio es estar conformada en gran parte por iletrados y analfabetos desde el punto de vista jurídico. Su segundo problema es que más de un tercio de sus integrantes son falsos independientes, es decir izquierdistas comunistas no militantes que se disfrazaron de independientes para apelar al voto de la gente descontenta con el sistema político en general. 

Es imperioso que se haga una nueva Convención Constituyente, pero mucho más profesional que la actual. Esta debería de ser elegida por el Congreso Nacional que se conformará a partir de marzo, o bien llamar a nuevas elecciones de constituyentes (lo cual ya sería muchísimo más engorroso). Por un tema de costo, es mejor la primera alternativa. Además, al ser el futuro Congreso escogido por millones de chilenos, esa Convención Constituyente (nombrada en forma proporcional por los futuros diputados y senadores) también gozaría de una evidente legitimidad. Ese es un punto, pero el más importante sería la calidad de los constituyentes: esta nueva Convención Constituyente debería de estar conformada en forma íntegra por abogados constitucionalistas, elegidos proporcionalmente por los parlamentarios, y además ser un número mucho más bajo a los 155 actuales, lo que facilitaría mucho más el diálogo entre las distintas partes. La actual Convención Constituyente ya no dio el ancho, y hay que bajarle el pulgar antes de que ya sea demasiado tarde. Tal vez, esa sea la última alternativa para salvar a Chile.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Chile enfrenta a su mayor amenaza de las últimas décadas

 La Convención Constituyente podría destruir nuestro país tal como lo hemos conocido hasta ahora.

Chile atraviesa un momento político muy complicado, y eso no es un misterio para nadie. Nuestra sociedad está más polarizada que nunca, a lo cual se suma el total desparpajo con el que el terrorismo de ultraizquierda actúa tanto en Santiago como en La Araucanía. Pero aparte de eso, otro de los grandes problemas que tenemos frente a nosotros es la Convención Constituyente, la cual podría transformarse en la futura piedra de tope para que Chile siga siendo Chile. 

Anteriormente nuestro país ha enfrentado numerosas adversidades, pero siempre ha logrado ponerse de pie: dos guerras contra nuestros vecinos, crisis económicas, desastres naturales, etcétera. Sin embargo, ahora la amenaza que tenemos es tanto o más peligrosa, pues actúa legalmente y con la venia de toda la clase política criolla. Me refiero a la Convención Constituyente, la cual no sólo planifica cercenar nuestros símbolos patrios, sino que también podría darle un poder inusitado a los grupos separatistas que quieren demoler a Chile por dentro. 

Aparte de las brutales atrocidades que han protagonizado los constituyentes de ultraizquierda durante las últimas semanas, la conminación por parte de este organismo va mucho más allá. El tema de querer hacer de Chile un "Estado Plurinacional" es un arma de doble filo, porque eso podría funcionar en países donde no hay grupos separatistas que busquen independizarse a costa de quitar territorio, lo cual claramente no es el caso de Chile. En nuestro país, el neomarxismo ha infiltrado en forma completa a algunos pueblos originarios, motivo por el cual tanto los mapuches como los pascuenses vienen buscando la independencia absoluta, la cual sí o sí se vería favorecido al poner en la Constitución que Chile hay "múltiples naciones". 

Nuestro país enfrenta la mayor amenaza de su Historia, y se llama Convención Constituyente. Ya resulta súper evidente ver hacia adónde va la cosa, y si no hacemos nada por frenar la demagogia patológica de los constituyentes, Chile va a terminar territorialmente fracturado, sin sus símbolos patrios, y probablemente ni siquiera se siga llamando Chile...