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domingo, 31 de enero de 2021

Caracol de tierra: Un fósil viviente que apareció en el Período Cámbrico

Este molusco terrestre ha estado presente en La Tierra desde muchísimo antes que los primeros humanos, e incluso mucho antes que los dinosaurios.

Bien esa sabido que los primeros hombres de las cavernas aparecieron en el mundo hace ya más o menos un millón de años. Si esa cifra puede parecer impresionante, mucho más lo debe ser la fecha en que el planeta comenzó a ser el hogar de un animal tan habitual en nuestros días como lo es el caracol de tierra. Los albores de la existencia de los moluscos se remontan al Período Precámbrico, pero los primeros caracoles terrestres aparecieron un poco después: en el Período Cámbrico, hace ya unos 541 a 585 millones de años.

Rara vez nos ponemos a pensar al respecto, pero resulta increíble pensar que tan cerca de nosotros a diario se mueven criaturas tan maravillosas como lo son los caracoles, uno de los pocos moluscos de comportamiento terrestre, y a los cuales perfectamente se les podría calificar como unos verdaderos fósiles vivientes. Los caracoles de tierra están en nuestro planeta desde el Período Cámbrico (Era Paleozoica), es decir no sólo son muchísimo más antiguos que los humanos, sino que además aparecieron varios cientos de millones de años antes que los propios dinosaurios. Ellos han sido testigos de la evolución de gran parte de la vida animal existente desde la Prehistoria hasta la actualidad.

El caracol es un molusco gasterópodo que posee una concha en espiral, y que es de alcance global, es decir que existe en una gran cantidad de lugares geográficos a lo largo y ancho del mundo. El desplazamiento de los caracoles es muy lento y demasiado particular, caracterizándose por ser producido por una serie de contracciones y elongaciones de todo su cuerpo, y básicamente de una estructura anatómica especializada para su movimiento, a la cual se le conoce como "pie".

Se sabe de la existencia de una enorme variedad de especies de carcoles. En general, la esperanza de vida de estos herbívoros fluctúa entre tres y siete años. Dentro de sus comportamientos más habituales está el hecho que durante los meses más helados del año se esconden dentro de su concha, en un estado de latencia conocido como hibernación. Además, otra de las curiosidades más notables de estos animales es que son hermafroditas, es decir producen tanto óvulos como espermatozoides, pero como no pueden autofecundarse, igual sí o sí deben acoplarse a otro individuo similar para poder reproducirse.

Dentro de las diversas especies de caracoles terrestres, las más conocidas son Helix aspersa (que es el caracol terrestre común), Helix pomatia (caracol romano o caracol de viña), y el impresionante Achatina fulica (caracol gigante africano, el cual en algunas partes incluso es comercializado como mascota).

Galería de imágenes: Caracol terrestre

 













jueves, 20 de agosto de 2020

Hormiga: Un sobreviviente por naturaleza

 Se estima que en todo el mundo existen entre catorce mil a veinte mil especies distintas pertenecientes a la familia Formicidae.

Ningún otro animal de todo nuestro planeta es tan abundante como las hormigas. Aunque contrario a lo que muchas personas piensan, no existe una sola especie de hormiga, sino que se trata de una familia (Formicidae), la cual está compuesta por entre catorce mil y veinte mil especies diferentes. Calcular el número total de estos insectos en todo el orbe es muy difícil, pero según estimaciones de la ciencia se presume que sería entre mil billones y diez mil billones de individuos. 

Los números relativos al total de las hormigas en el mundo son realmente impresionantes. De hecho, se calcula que toda esta familia conforma más o menos el 15 a 25% de toda la biomasa de los animales terrestres. Las claves para el éxito evolutivo de estos diminutos seres se encuentra en su intrincada organización social, su capacidad de defensa en equipo, su habilidad para modificar diversos hábitats, y su extraordinaria facultad para aprovechar todos los recursos que tengan disponibles en el entorno que las rodea. 

El nombre Formicidae está dado por la facultad de las hormigas de producir ácido fórmico, con el cual disuelven parte de los vegetales que comen. Éste es un ácido orgánico de un sólo átomo de carbono, por ende es el ácido orgánico más simple de toda la naturaleza. 

El período de vida que puede llegar a alcanzar una hormiga es muy fluctuante. La mayoría de las obreras en gran parte de las especies viven unos seis meses, sin embargo las hormigas reinas tienen una sobrevida mucho más longeva, de hasta nueve años. Incluso existen especies donde la reina es capaz de durar unos 45 años desde que nace hasta que muere. Además, el tiempo que duermen también es variable: las obreras descansan poco más de cuatro horas diarias, y las reinas unas nueve horas. Y como curiosidad: estudios científicos aseguran que estos insectos incluso hasta son capaces de soñar. 

Las hormigas aparecieron en el mundo hace unos cien millones de años, evolucionando a partir de antepasados comunes muy parecidos a las avispas. En otras palabras, las primeras hormigas vivieron durante el Período Cretácico, cuando el mundo era dominado por otras criaturas muchísimo más grandes y poderosas, pero que sin embargo no fueron capaces de sobrevivir tanto tiempo como ellas: esas criaturas eran los imponentes dinosaurios. 

Galería de imágenes: Hormigas

 












miércoles, 20 de mayo de 2020

La abeja, el animal más importante dentro de la Biósfera

Todos los 20 de mayo se conmemora el día mundial de estos insectos que contribuyen a la polinización de millones de plantas en nuestro planeta.
20 de mayo: Día de las Abejas.

La polinización es el proceso mediante el cual se produce la transferencia de polen desde el estambre de una flor hasta el estigma de otra. Este mecanismo natural es de vital importancia para fecundar los óvulos florales, y con ello comenzar la producción de semillas y frutos. Muchas veces esta polinización se puede producir gracias al efecto del viento, pero también en otras ocasiones es necesaria la participación de un vector, el cual es un animal o insecto que lleva el polen desde una planta a otra.

Los vectores bióticos pueden ser animales y insectos. Dentro de todos ellos, por lejos los que más participan en la polinización son las abejas, seguidas a gran distancia por los colibríes, las mariposas y los murciélagos. Lamentablemente, durante un tiempo a esta parte, la población mundial de estos valiosos seres ha ido en detrimento, pero las que han sufrido las bajas más abismales son las abejas, clado de los insectos himenópteros también conocido como antófilos ("que aman las flores"). 

Para crear conciencia sobre el crucial rol que las abejas cumplen para la Biósfera planetaria, es que la ONU (Naciones Unidas) declaró que a partir de 2017 cada 20 de mayo se conmemorará el Día Internacional de la Abeja. Esto debido a que probablemente ésta sea la criatura más fundamental y determinante para el Ecosistema, ya que sin las abejas sería imposible conservar la flora (y por ende también la fauna) de nuestro único entorno natural.

domingo, 2 de febrero de 2020

Una serie de estudios revela algunas de las asombrosas características de los pulpos

El pulpo es mucho más que un simple molusco. Y esto no es solo por su particular aspecto, sino que también por una serie de inéditas cualidades que hasta hace muy poco eran desconocidas para la ciencia.

La ciencia ha revelado una serie de características que posee esta asombrosa especie de invertebrados, que lo hacen ser una criatura muy particular e interesante para conocer a fondo.
El pulpo: Un animal único.

1) En el 2009, la revista “Current Biology” evidenció que algunas especies de pulpo son capaces de usar herramientas, igual que los humanos. Esto fue a partir del inédito avistamiento de cómo el Amphioctopus marginatus cogía cáscaras de cocos para usarlas como verdaderos escudos cuando se le presentaba un peligro inminente.

2) Antes se creían que los pulpos eran “octidiestros”, es decir, que usaban sus ocho tentáculos con la misma facilidad. Pero no es así. Hoy en día se sabe que los pulpos son “bípedos”, o sea, usan dos de sus tentáculos para desplazarse por el lecho marino, como si fueran verdaderas patas… y los otros seis le sirven para explorar e investigar el entorno que los rodea. Cuando deben huir a gran velocidad, son siempre los dos mismos tentáculos que usan como “patas” los que usan para impulsarse a gran velocidad.

3) Siempre se les consideró como seres solitarios, que sólo buscaban una pareja para tener relaciones sexuales y después perdían todo vínculo con ella. Pero ahora, la U. de California ha determinado que el pulpo tiene un comportamiento que incluso podría ser considerado “casi romántico”, pues no se aparean con la primera hembra que se les cruza en el camino, sino que eligen a una en particular, a la cual siguen y cortejan por varios días previo al acto sexual. Es más, el pulpo se transforma en un verdadero galán, ya que para conquistar a “su chica” lo que hace es realizar una serie de movimientos corporales que semejan danzas, además de cambiar ciertas tonalidades de su viscosa piel para llamar la atención de la hembra. Y cuando por fin logra cortejarla, ambos estrechan sus tentáculos con delicadeza, como si hicieran una especie de “pacto” o algo similar.

4) No se puede decir precisamente que un pulpo sea “inteligente”, pero sí que tienen una muy buena memoria y marcada capacidad de aprendizaje. Esto se ha podido evidenciar al ver el comportamiento de estos animales, que son capaces de distinguir variadas figuras geométricas, abrir botellas con tapa rosca y también cruzar por intrincados laberintos. No por nada, el pulpo posee un cerebro con una inédita complejidad para tratarse de un invertebrado: tiene casi medio millón de neuronas, y una compleja red de lóbulos que se asemeja bastante al cerebro humano.

sábado, 1 de febrero de 2020

Cefalópodos: Los moluscos más impresionantes de la naturaleza

Estos invertebrados marinos agrupan a unas 700 especies de criaturas distintas. 
Tipos de cefalópodos.

Dentro de todos los invertebrados existe una familia que se desde tiempos inmemoriales ha generado una gran inspiración para las novelistas y literatos: los cefalópodos, sin dudas los moluscos más marinos más asombrosos de nuestro planeta.

El nombre de los cefalópodos proviene del término griego Cephalopoda, que significa "pie en la cabeza". En total agrupa a unas 700 especies que pertenecen a alguna de estas familias: pulpos, calamares, sepias y nautilos.

Los cefalópodos evolucionaron del resto de los moluscos hace unos 500 millones de años, durante el período Cámbrico. Es decir, se trata de criaturas muy antiguas, que están en la naturaleza desde mucho antes que aparecieran los dinosaurios.

Alguna vez los cefalópodos estuvieron en la parte más alta de la cadena trófica marina, algo que dista mucho con su realidad actual. De los que perduran hasta hoy -principalmente los pulpos y calamares- puede asegurarse que son descendientes directos de los coleoideos y nautiloides primitivos.

miércoles, 29 de enero de 2020

¿Realmente existieron las arañas gigantes?

Si bien la "tarántula Goliat" es un verdadero monstruo terrestre, hay leyendas urbanas de arácnidos actuales muchísimo más grandes. 

Actualmente, lo más cercano que se conoce a una araña gigante es la horrosa "Tarántula Goliat", que vive en la selva del Amazonas. Este siniestro artrópodo sobrepasa fácilmente los 28 centímetros de diámetro (contando sus patas), registrándose algunos casos de ejemplares adultos de entre 30 y 35 centímetros.
La siniestra Mesothelae

Sin embargo, la ciencia ha podido comprobar que en tiempos pretéritos existieron arácnidos aún de mayor tamaño que la monstruosa tarántula Goliat amazónica.  Tal fue el caso de la atemorizante Mesothelae (o Megarachne), la cual era una bestial araña de 64 centímetros que vivió en Argentina hace ya más de 300 millones de años (período Carbonífero).

Hasta donde se ha logrado probar con datos concretos, Megarachne fue por lejos la tarántula más grande que ha existido. Sin embargo, hasta el día de hoy existe una leyenda popular que relata la presencia de brutales arácnidos de más de dos metros que se esconden en los rincones más recónditos de la selva congoleña.

Conocidas como J´ba Fofi ("araña gigante" en el dialecto local), el mito de estos descomunales artrópodos es sin dudas el más terrorífico de todo el Congo, y tal vez de toda África. Si bien hasta ahora no es más que una leyenda que se ha transmitido de boca en boca, existen dos relatos especialmente descriptivos que hasta ahora pueden ser considerados los principales testimonios de la existencia de una de las criaturas más horribles de la criptozoología a nivel mundial.

El primero de ellos fue un terrible hecho descrito en el siglo XIX por el explorador inglés Arthur Simes, quien dijo que su expedición fue atacada en plena jungla de Uganda por un par de arácnidos de casi dos metros de diámetro. Él fue el único sobreviviente de esa traumática experiencia, ya que el resto de los hombres quedaron atrapados en las telarañas, sin lograr escapar de las monumentales bestias de ocho patas.

El segundo relato es igualmente inquietante que el de Simes, claro que con un final no tan trágico. Fue en 1938 cuando el matrimonio inglés compuesto por Reginald Lloyd y su esposa viajaban en auto por una carretera del entonces Congo Belga cuando a lo lejos vieron a la orilla del camino un animal negro y peludo que al principio pensaron que era un perro o tal vez un mono, aunque a juzgar por el tamaño ese extraño ser más parecía un gorila que un simio cualquiera. Sin embargo el espanto se apoderó de ellos cuando pasaron por el lugar y en realidad pudieron ver que la criatura en cuestión no era un mamífero sino que una tarántula digna de la peor de las pesadillas.

martes, 28 de enero de 2020

Isla Ball: El sorprendente hogar de los insectos más raros del mundo

Este islote, también conocido como "La Pirámide Negra", es uno de los lugares más enigmáticos del mundo. Ubicado frente a las costas australianas, se trata de un sitio casi sacado de un cuento de terror

La imponente Isla Ball o Pirámide Negra

En pleno océano Pacífico, y frente a las costas de Australia, surge en medio del mar una imponente y escarpada montaña de 562 metros de altura. Esa es la impresionante isla Ball, o "La Pirámide Negra", la cual tiene un largo de apenas 300 metros. Se trata de una fantástica formación geológica, la cual al ser observada con detención resulta ser la empinada prominencia de un gigantesco monte marino.

Este islote fue descubierto en 1788 y forma parte del archipiélago de Lord Howe. Debido a lo pronunciado de su cúspide, y a la peligrosidad para subirla, fue recién en 1979 cuando una primera expedición logró llegar hasta su punto más alto, y colocar la bandera australiana en su cima. Sin embargo, esa gira y otras más sirvieron para corroborar lo que ya muchos pensaban: que el peñón estaba totalmente deshabitado.

Así, pasaron varios años, hasta que una nueva expedición de carácter científico se encargó de derribar el mito: la isla Ball sí estaba habitada, pero no por personas sino que por unos extraños e impresionantes insectos. Este islote, que a simple vista parece ser un siniestro lugar proveniente de la frondosa imaginación de un escritor de cuentos de terror, es un sitio en donde el tiempo se detuvo por los caprichosos azares del destino. Fue así como guardó su mayor secreto por décadas, hasta que en el año 2001 los exploradores David Priddel y Nicholas Carlile se encargaron de develar el misterio: el descubrimiento de la identidad de los inquilinos de la Pirámide Negra resultó ser un extraordinario hallazgo para la ciencia.
Los extraños insectos

Un grupo de 24 seres parecidos a palotes de más de 12 centímetros fueron encontrados en esa visita del año 2001. Pero lo más insólito de todo es que esa especie de insectos (Dryococelus australis) estaba considerada ya como extinta en ese momento, por lo cual se pudo constatar que efectivamente la isla Ball no sólo era un paraje asombroso, sino que también era un túnel a través del tiempo en donde aún subsistían criaturas arcaicas y recónditas.

De los 24 insectos encontrados, se sacaron cuatro (dos machos y dos hembras) para ser criados en cautiverio y así asegurar la conservación de una especie que se creía extinta. Mientras tanto, los otros 20 permanecieron en la isla para tratar de incrementar su reducida población, mientras el gobierno australiano colaboró con su parte limitando el acceso al islote sólo para fines medioambientales y de carácter científico.