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sábado, 12 de marzo de 2022

Cambio en el equipo: Sale Piñera y entra Boric

 Desde este 11 de marzo, nuestro país es gobernado por un nuevo presidente. Ese mismo día se realizó el cambio de mando entre ambas administraciones. 

Siempre voy a destacar el tono republicano de los cambios de mando en Chile, los cuales en forma inexorable siempre se realizan con altura de miras y con mucho respeto entre el presidente saliente y el entrante, independiente de la ideología política de ambos. Eso es algo que se reconoce, y que de todas formas hay que valorarlo, y nos tiene que poner orgullosos como chilenos. 

Piñera y Boric.
El pasado 11 de marzo se produjo el cambio de mando entre Sebastián Piñera y Gabriel Boric. Por un lado un presidente de centroderecha (o algo así) y por el otro uno de ultraizquierda (que trata de disfrazarse de lo que no es). Le guste a quien le guste, es así la cosa. 

Respecto al gobierno de Sebastián Piñera, pueden decirse infinidad de cosas. Pero si hay dos hechos que marcaron a fuego (literalmente) la administración Piñera fueron el Estallido Terrorista (también llamado "Estallido Social" por la prensa nacional) y el otro fue la pandemia dc coronavirus. Sobre a la pandemia, el gobierno pasado tuvo un cometido bastante positivo, de hecho fue uno de los mejores del mundo. Frente al terrorismo de ultraizquierda y la desastrosa Revolución Vandálica, nada que hacer: su desempeño fue un desastre.

¿Es justo evaluar como "fracaso" el gobierno de Piñera a causa de que no haya aplicado mano dura contra los terroristas de ultraizquierda durante el Estallido Antisocial? Sí y no. Ciertamente, es culpa de él que no se haya aplicado el Estado de Derecho durante esa revolución, y que se haya enviado a los militares y carabineros con plenas facultades para hacer lo que había que hacer cuando la seguridad del país completo está amenazada por terroristas pirómanos. Pero -por otro lado- también es cierto que el 99,9% de los políticos chilenos hubieran actuado exactamente igual a como lo hizo Piñera, es decir hubieran tratado de darle soluciones políticas a un problema que era de seguridad pública. Y ahí sí que hay que nombrar el otro ripio tremendo del ex mandatario: entregó la Constitución que teníamos, y que era el pilar fundamental que sostenía nuestra democracia, y ahora por eso mismo vivimos un proceso constituyente espantoso que terminará con un proyecto constitucional tan burdo como demencial. Autogol de media cancha de parte del ex mandatario. 

Durante el Estallido Terrorista, Piñera actuó muy mal. Pero también hay que decir que ninguno o casi ninguno de los políticos chilenos hubiese actuado distinto. Era una situación al límite y que estaba organizada para derrocar al entonces Presidente de la República. Hay que decirlo: el 2019, Piñera fue víctima de un Golpe de Estado no convencional, donde la ultraizquierda usó como instrumento a terroristas pirómanos que gracias al tema de los Derechos Humanos se transformaron en sujetos inmunes ante la ley, y además intocables. Y cuando un Golpe de Estado cuenta con terroristas que son intocables, puede incluso ser más brutal y difícil de controlar que un Golpe de Estado de carácter convencional y militar.

De Gabriel Boric es poco y nada lo que se puede esperar. Boric es un neomarxista, es decir un sujeto que piensa y actúa como los comunistas, pero que reniega del Comunismo sólo por intereses electorales y/o dialécticos. Y como neomarxista, lo único que puede esperarse de su desgobierno son desastres y más desastres. No por nada, ya empezó con el pie izquierdo: citando al inepto de Salvador Allende como su principal modelo a seguir, y además anunciando la pronta liberación de los terroristas presos que participaron en el Estallido Antisocial del 2019... tal vez por afinidad ideológica, o simplemente como forma de agradecimiento por todos los "favores concedidos". Por eso mismo, reitero: de un neomarxista nada se puede esperar.

sábado, 25 de diciembre de 2021

¿Cuál será el Boric que va a gobernar Chile?

 Chile tendrá el primer presidente neomarxista de su Historia. Realmente lamentable y espeluznante. Ahora, sólo nos queda cruzar los dedos y tratar de ser optimistas.

El resultado de la elección presidencial del pasado 19 de diciembre fue contundente: Gabriel Boric se impuso ampliamente por sobre José Antonio Kast, con un 55% de las preferencias contra un 49%. Lamentable y brutal, pues Chile ahora será gobernado por primera vez en su Historia por un presidente neomarxista. 

Igual algo así era previsible. La ultraizquierda llevaba ya más de tres décadas preparándose para un hecho de estas características, gracias a los 30 años de adoctrinamiento político en colegios y universidades, logrando de esa forma al menos tres generaciones de jóvenes que crecieron casi totalmente embobados e idiotizados gracias a la ideología comunista. Hicieron un trabajo de joyería, que después de ocho elecciones presidenciales les dio un resultado concreto.

Ahora se nos vienen tiempos duros para nuestro querido país. Habrá que sacar fuerzas de flaqueza para salir adelante. La derecha y centroderecha tendrán que ponerse de pie nuevamente, y tratar de recomponerse para dar la pelea por Chile. Y los millennials chilenos tendrán bastante tiempo para aprender gracias a la terapia de shock: les tocará bailar con la fea, y ahora verán por qué les advertimos en tantas oportunidades sobre lo espantoso que era el Comunismo. Ellos tendrán que aprender comiendo barro, no les quedará otra. Se vienen meses y años difíciles. 

Pero tal vez la principal interrogante que hay que hacerse en este momento es "¿Cuál Boric nos va a gobernar?, ¿el Boric de la segunda vuelta o el Boric de casi diez años de trayectoria política?". Porque Boric durante toda su carrera política (desde que irrumpió en el movimiento estudiantil el 2011) siempre se mostró como un fanático de la ultraizquierda más radical, que incluso llegó a definirse como "a la izquierda del Partido Comunista" y a defender a la espantosa dictadura de Nicolás Maduro. Sin embargo, durante las semanas de campaña de cara a la segunda vuelta, se mostró como si fuese una persona totalmente distinta, casi socialdemócrata, o al menos eso pretendía aparentar. Nadie sabe cuál de los dos Boric nos va a gobernar: si el Boric ultraizquierda fanático, o el Boric socialdemócrata. Y es esa interrogante la que tiene en vilo a una nación completa en este momento. 

La derecha (y centroderecha) deberán recapacitar y recomponerse. Tendrán que aprender a ser una oposición constructiva cuando las propuestas del gobierno del Presidente Boric sean constructivas, pero también tendrán que ser destructivas cuando las propuestas de dicho gobierno también sean destructivas. El país está primero, y defenderlo siempre debe ser una obligación, sobre todo para aquellos que llevarán sobre sus hombros la responsabilidad de ejercer cargos públicos y políticos.

Yo en lo personal, me comprometo a seguir manteniendo mi visión de Estado que siempre he tenido, como una persona con principios republicanos. No me queda más que desearle lo mejor al Presidente Boric, y que efectivamente su gobierno sea lo mejor posible, ya que de él dependerá el futuro de nuestro país. Ojalá que Boric me deje callado, y demuestre ser mucho más un socialdemócrata que un comunismo (lo que debo admitir que no creo que se cumpla). Ante eso, seré siempre sincero, y a Boric le reconoceré todo lo bueno que realice, pero tampoco dudaré en criticarle todo lo malo que haga. Como ya dije anteriormente: Chile está primero, siempre tiene que estar primero. 

domingo, 10 de octubre de 2021

Boric: El siniestro comunista acomplejado que podría llegar a La Moneda

 El candidato del Frente Amplio hasta ahora lidera todas las encuestas presidenciales en Chile, aunque también hay que decirlo: lo ha hecho evitando hablar de temas muy conflictivos, los que le son bastante incómodos.

Que de un tiempo a esta parte Chile se ha "izquierdizado" no es un misterio para nadie. Lamentablemente eso quedó más que patente en la elección de constituyentes y también el Plebiscito Constitucional del 2020. Aunque la explicación para ello es bastante obvia (los más de 30 años de adoctrinamiento político de izquierda y ultraizquierda en casi todos los colegios y universidades del país), la derecha parece estar enfocada en no hacer nada para revertir esta situación. Triste pero cierto.

Todo este desastre podría además verse coronado con la posible elección de un neomarxista como presidente del país, de cara a las próximas elecciones que tendremos el domingo 21 de noviembre, y que de seguro definirán el futuro del país. Hasta ahora, en todas las encuestas aparece liderando Gabriel Boric, un comunista acomplejado que defiende todos los principios del Comunismo, pero que a la vez reniega del Comunismo sólo por motivos meramente electorales. En ese sentido, Boric es mucho más peligroso de lo que era Daniel Jadue, ya que a Jadue sólo se le podía disfrazar de comunista, en cambio Boric es amorfo y escurridizo, y hará todo lo posible para camuflarse y parecer como "renovado". 

¿Cómo frenar a Boric e impedir que llegue al Palacio Presidencial de La Moneda? Antes que cualquier reflexión, advierto que eso no será para nada de fácil, partiendo por un anécdota sobre su carrera política que hasta esta altura no es algo menor: el actual diputado frenteamplista nunca ha perdido en una elección abierta y popular... aunque siempre en la vida hay una primera vez para todo. Hace algún tiempo atrás, dije en este mismo blog que la mejor opción para frenar a Boric era votando por Sebastián Sichel, por las posibilidades que éste posee que obtener una alta votación dentro del electorado de centro y moderado. Ahora, y si bien sigo sosteniendo que sí o sí hay que quitarle el voto de centro al candidato de los comunistas, no sé si con eso sólo alcance. De hecho, es muy probable que aún con un discurso moderado y centrista, Sichel igual pierda contra Boric. Chile se izquierdizó, y con eso todo se pone mucho más difícil.

La otra opción es votar por José Antonio Kast, el candidato de la derecha más ortodoxa, y que en las encuestas supera por un escaso margen a Sichel. Kast tiene puntos fuertes, pero también débiles: dentro de sus debilidades está el alto porcentaje de rechazo que genera entre muchos votantes su discurso en extremo conservador; pero a la vez tiene en su extraordinaria capacidad para debatir un plus con el que puede dejar muy mal parado a Boric, e incluso dejarlo más magullado de lo que lo haría Sichel quitándole votos de centro. 

Para nadie es un misterio que Boric evita participar en debates, debido principalmente a que no quiere hablar públicamente de temas que le son muy incómodos a su sector ideológico: las inevitables comparaciones con el dictador Nicolás Maduro (con quien no posee ninguna diferencia doctrinaria) y además su evidente simpatía por el terrorismo de ultraizquierda en Chile (acá me refiero tanto al terrorismo urbano en Santiago como al terrorismo incendiario en La Araucanía). Sobre esos dos temas Boric siempre ha evitado hablar, porque sabe que diga lo que diga igual le van a llover las críticas, por un lado o por el otro. Y es ahí precisamente donde Kast podría hacerle mucho daño en un debate. Pero vale la pena preguntarnos: ¿pueden uno o dos debates definir una elección presidencial? Bueno, ya lo hizo el 2017 (cuando Piñera humilló a Guillier explicándole públicamente su propio programa de gobierno), pero nada asegura que ahora también suceda lo mismo. 

¿Por quién votar entonces para derrotar al comunista Boric? Difícil saberlo. Es más: creo que hay argumentos muy de peso para votar tanto por Kast como por Sichel. Aunque ninguno de ellos dos encarna lo que para mí es el político perfecto, ambos sí son muchísimo mejores opciones que Boric para guiar los pasos futuros de Chile. Yo no soy nadie para decirles si deben votar por Kast o por Sichel (y ni siquiera yo mismo lo tengo muy claro), pero sí puedo decirles algo: cualquiera de ellos dos es preferible a tener un frenteamplista-neomarxista de presidente.

En primera vuelta, voten por el que quieran entre Kast o Sichel. Pero en segunda vuelta, les pido por favor que sean pragmáticos y apoyen al que logre avanzar, porque a Boric hay que pararlo como sea. Yo al menos no tengo dudas: con tal de evitar que un comunista sea presidente de Chile, no tendría problemas en votar por Mazinger Z o por la Chilindrina... y espero que ustedes tampoco. 

Recuerden: Nada (¡pero nada!) sería peor para nuestro país que tener a un comunista sentado en el sillón presidencial en La Moneda.

viernes, 27 de agosto de 2021

Lo que Chile necesita es una Derecha Libertaria potente

 Sinceramente, creo que ni la derecha conservadora ni la centroderecha timorata han estado a la altura de los desafíos actuales. 

Chile vive momentos claves en su política, los cuales sin lugar a dudas que marcarán a futuro la Historia de nuestro país. Hemos visto como lamentablemente las fuerzas de izquierda y ultraizquierda se van incrementando día a día, gracias a lo cual han logrado rutilantes triunfos electorales en el último año, los cuales tienen al país al borde del despeñadero. 

Pero seamos sinceros: no todo eso es gracias a la brillante estrategia de la izquierda para adoctrinar las mentes de al menos tres generaciones de chilenos en las aulas de colegios y universidades. La derecha también tiene una culpa tremenda, pues no ha sabido dar la batalla cultural necesaria para hacer frente a una maquinación así de efectiva. Dicho de otro modo, la derecha y la centroderecha se han quedado entrampadas en el lodo, sin ni siquiera ser capaces de quitarle a la izquierda las falsas banderas que enarbola como heroína, banderas que por cierto no son de izquierda ni tienen por qué serlo. 

La izquierda ha enarbolado la bandera de lucha de los pueblos originarios, de las personas gays, de los inmigrantes y de las causas medioambientales, y la derecha no ha hecho nada por recuperarlas. Esto es porque la derecha conservadora cada vez se ha ido quedando más estancada en su discurso de los años 80s, y en medio de su parsimonia intelectual sólo se ha dedicado a promover la xenofobia, a caricaturizar a los pueblos autóctonos, y además a la negación del calentamiento global y de su negativo efecto sobre el Ecosistema. Pero también es culpa de la centroderecha moderada y tibia, que muchas veces se ha olvidado que sus bases están en la derecha, renunciando casi por completo a luchar para defender el modelo neoliberal y la seguridad pública robusta frente a la delincuencia y el terrorismo. Los errores han venido de lado y lado, y eso hay que decirlo.

Ante eso, creo que tanto la derecha conservadora como la centroderecha moderada y tibia no han estado a la altura de las circunstancias, y no han sabido hacer una correcta lectura de lo que es la sociedad del siglo XXI, en la cual vivimos actualmente. Pero no todo está perdido: la solución es esa derecha libertaria que tantos adeptos genera en las grandes potencias del hemisferio norte, y que tan poca gente conoce en Chile. Me refiero a una derecha que se sienta orgullosa del modelo neoliberal, que defienda la seguridad pública, pero que a la vez acoja a los inmigrantes, promueva la Ecología, luche por los pueblos originarios, que fomente la libertad de culto y el respeto a todos los credos, y que se base en un liberalismo tanto político como valórico, pero a la vez dejando bien en claro que jamás dará pie para la propagación del libertinaje perverso. 

En tiempos de desafíos importantes, hago un llamado a la gente de derecha a abrazar las ideas de la derecha libertaria, tal vez la única rama ideológica de nuestro sector capacitada para hacerle lucha mano a mano al brutal neomarxismo, que día a día gana más espacios y contamina la cabeza de más personas, especialmente entre los jóvenes. Es así como me atrevo a decir que la dialéctica en el siglo XXI ya no debería ser Comunismo contra derecha conservadora (como lo fue en buena parte del siglo XX), sino que debería ser Neomarxismo contra derecha libertaria. Las cartas están echadas, y frente a ello, no queda más que decir "Don´t tread on me", tal como lo sostiene la gloriosa bandera de Gadsden. 

sábado, 14 de agosto de 2021

A los comunistas hay que hacerles la guerra: la guerra cultural

 Es vital tratar de quitarle a la ultraizquierda todas esas banderas de lucha que no necesariamente son banderas de la izquierda: los inmigrantes, los indígenas, las mujeres jóvenes, las personas homosexuales, etcétera. 


Hacia finales de los años 70s surgió en el mundo el movimiento "Rock Against Communism" ("Rock contra el Comunismo"). Ese fue el primer atisbo de lo que sería la guerra cultural contra la ideología marxista a nivel global. Sí, es cierto que el orbe ha cambiado mucho en estos últimos cuarenta años, como así también ha mutado el propio del Comunismo, o más bien dicho, de los comunistas: hoy en día, muchos de los izquierdistas jóvenes ya no se autodenominan como comunistas sino que como "la ciudadanía", "el pueblo""la sociedad empoderada", "los marginados", agrupándose en una serie de partidos con nombres de fantasía que en conjunto conforman el Neomarxismo, una ideología que defiende los mismos principios del Comunismo clásico, pero que reniega del Comunismo por intereses electorales... y en el fondo sigue siendo tan comunista como antes. Quienes estamos contra el Comunismo, hoy en día debemos estar tan atentos a los comunistas como a los neomarxistas.

Respecto al Comunismo propiamente tal, parto diciendo que lo ideal sería que estuviese proscrito de la política chilena. Pero seamos realistas: eso nunca más volverá a suceder. Lo que hizo el ex presidente Gabriel González Videla fue épico, pero ya es historia. Hoy en día el Comunismo en Chile se ha fortalecido demasiado, sobre todo entre los jóvenes... y ni hablar del Neomarxismo, que es aún más fuerte. Después de las catastróficas consecuencias de la Revolución Terrorista del 2019 (tiernamente llamada "Estallido Social"), no hay dudas que si algún día en Chile volviera a ser proscrito el Partido Comunista, el país se transformaría en un caos nunca antes visto: inevitablemente terminaríamos en guerra civil, y yo no quiero ver a Chile como una nueva Siria, ni nada por el estilo. Un simple decreto jamás terminaría con la maldad y perversión mental de los comunistas, de hecho todo lo contrario: los motivaría a expeler su odio a través del Terrorismo, que es su herramienta preferida con la cual ellos ejercen la coerción para obtener sus objetivos políticos (como lo ha sido acá la Nueva Constitución). La ultraizquierda chilena lo que más desea es un conflicto armado de esas características, para forzar a tener un nuevo Punta Peuco del cual profitar por los próximos sesenta años.

Yo creo que en democracia al Comunismo hay que enfrentarlo de otras formas, no prohibiéndolo... por mucho que el propio Comunismo y el Neomarxismo sean de por sí antidemocráticos, lo cual quedó en evidencia ahora cuando la diputada Camila Vallejo llamó a desobedecer el acuerdo de los 2/3 en torno al debate dentro de la Convención Constituyente. Al Comunismo y al Neomarxismo hay que frenarlos desde el campo de las ideas, ridiculizarlos y dejarlos como lo que son: ideologías demenciales que defienden a terroristas. Y en ese plano es en donde entra a jugar la llamada "guerra cultural" o "batalla cultural": es ahí en donde tenemos que enfrentar a la ultraizquierda.

Obvio que dar la guerra cultural contra la ultraizquierda en Chile es demasiado difícil, principalmente porque en la derecha ya le hemos dado tres décadas de ventaja a la izquierda, la cual lleva más de treinta años adoctrinando a niños y jóvenes en colegios y universidades, y otros tantos usando los medios de TV y radio como elementos de propaganda ideológica. Nosotros no disponemos en este momento ni de la prensa a nuestro favor, ni de las aulas, pero sí podemos hacerles frente en forma coordinada usando en bloque todos los medios alternativos de los que sí disponemos: las redes sociales. Acá es muy importante el rol que pueden tener los blogs de derecha y también los canales de Youtube, como así también los grupos de Facebook, siempre y cuando sean abiertos y permitan compartir su contenido. 

Lo primero es lo primero: quitarle a la iquierda todas esas banderas de lucha que ellos usan, y que no necesariamente son banderas de izquierda. Hay que desenmascararlos. Tenemos que demostrar que nosotros también podemos enarbolar las banderas que defienden la causa de los indígenas, de los inmigrantes, de las mujeres jóvenes y de las personas homosexuales. Todos esos eslóganes no son de izquierda,sino que son bastante más amplios, y detrás de ellos hay personas que se identifican con dichas causas. Sin renegar de nuestros fundamentos que son defender la libertad, el patriotismo, el orden y la seguridad pública, y el crecimiento económico, perfectamente podemos demostrar que todo eso es compatible con apoyar a los indígenas, a los inmigrantes, a las mujeres jóvenes y a los homosexuales. No le dejemos a la izquierda crecer hacia donde no le corresponde.

Pero también es cierto: yo critico enormemente a algunos influencers y líderes de opinión de la derecha, que a través de sus redes sociales se llenan la boca con la guerra cultural, pero lo único que hacen con sus comenntarios es promover el clasismo y la xenofobia. Ese no es el camino. La estrategia es ampliar el espectro de nuestro electorado, no cerrarlo, y eso se logra con convicciones pero también con empatía por todas esas personas que no son como nosotros, pero que la izquierda -cual lobo con piel de oveja- trata de acogerlos en forma interesada sólo buscando los votos, a través de una ambiciosa maquinación de marketing político. Porque nadie es más xenófobo que el izquierdista frente a un inmigrante de derecha, y nadie es más homofóbico que el izquierdista frente a un gay de derecha, y eso es lo que justamente tenemos que dejar bien en claro en esta batalla cultural: esas banderas de lucha no son exclusivas de la izquierda.

Una vez superado este tema, hay que unificar el discurso, y tratar de enfocarlo en los temas donde la derecha supera a la izquierda: primero, las ideas de derecha mejoran la Economía y generan más empleos. Segundo, convencer a la gente que el problema a nivel global es la pobreza y no la inequidad. Tercero, mostrar una y otra vez que la izquierda chilena defiende a terroristas pirómanos. Cuarto: hablar de los fracasos del modelo socialista en Cuba y en Venezuela todas las veces que sea necesario. Por muy majadero que sea, este ejemplo hay que darlo a conocer siempre, y esto es principalmente debido a un detalle no menor al respecto: no existe ninguna diferencia ideológica entre la ultraizquierda castrista de Cuba, entre la ultraizquierda chavista de Venezuela, y entre la ultraizquierda frenteamplista de Chile. Ninguna. Son todas parte de lo mismo.

Como ya he dicho en variadas oportunidades: a la izquierda hay que enfrentarla en todas las canchas, no restarnos de ninguna confrontación con ellos, menos de esta batalla cultural donde ya nos han tomado mucha ventaja. Tenemos que repuntar. Por Chile y para Chile, esta guerra recién comienza...